21 nov 2009

Natalicio del Santo Cura de Ars

"SI DESAPARECIERA EL SACRAMENTO DEL ORDEN, NO TENDRIAMOS AL SEÑOR"

Vimos como el sacerdocio es el don más excelente y precioso que el corazón misericordioso de Dios, ha regalado a los hombres.
Ahora veremos como su tarea es la mas importante y grandiosa confiada a una creatura humana. Y con el Santo Cura de Ars, veamos por que:
¿Quién pone al Señor en el sagrario?, El sacerdote
¿Quién santifica las horas del día, con el rezo del oficio divino, alabando al Señor en el nombre de la Iglesia?
Y cuando nacemos, ¿quien recibe nuestras almas y las regenera en el agua del bautismo? El sacerdote.
¿Y quien las alimenta con Eucaristía para nutrirlas durante la vida?, ¿o las prepara para su viaje a la eternidad, para el encuentro con el Padre? El sacerdote, siempre el sacerdote
Y cuando hemos dicho no a Dios, faltando a sus mandamientos y lastimando a nuestros hermanos, ¿Quién lava nuestras almas en la sangre de Cristo, para devolverles la vida de Gracia? Otra vez el sacerdote.
Y especialmente aparece la grandeza del sacerdote, cuando en el altar le ordena al Señor que baje del cielo, y el Señor le obedece y se encierra en ese trozo de Pan, que es la hostia consagrada.
Así nos queda claro, la altísima dignidad del sacerdote, con toda razón, el Santo cura de Ars, decía: “Si viera venir a un ángel y a un sacerdote, me arrodillaría primero ante el sacerdote”. El sacerdote pues merece nuestra reverencia y respeto por la alta dignidad con que el Señor lo ha investido y también por la necesidad que tenemos de su ministerio sacerdotal, y con el Santo Cura de Ars, podríamos repetir siempre: ¡Sacerdote que grande eres!, tu mismo solo lo comprenderás en el Cielo.

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